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Camilo Torres Martínez lo conocen mejor por su alias, Fritanga, es juzgado bajo el cargo de enviar desde Colombia cinco toneladas de cocaína al mercado estadunidense. Parte de ese cargamento fue decomisado en México y Centroamérica. Pero la defensa de Fritanga dice tener documentos del gobierno de Estados Unidos que prueban que esa droga pertenecía a otro narco, El arquitecto, por lo que su defendido no es más que un falso positivo
del gobierno, aludiendo así a los inocentes que el ejército colombiano mataba y hacía pasar por guerrilleros para cobrar una compensación.
También su abogado pidió que lo liberen por violación al debido proceso, pues la investigación de las autoridades se ha prolongado dos años, cuando legalmente debe durar, máximo, seis meses. Quienes lo juzgan alegan que esa tardanza se explica porque Fritanga es pieza clave dentro de una extensa red de delincuentes, entre los que hay varios mexicanos.
Por ejemplo, en 2008 fue capturado luego de decomisarle un cargamento de cocaína en Alemania. Entonces trabajaba para grupos paramilitares. Salió libre porque no se le juzgó en el tiempo que marca la ley. Un año después lo volvieron a detener y de nuevo quedó en libertad. Desapareció de la escena. No por dejar el negocio de la droga, sino porque, oficialmente Camilo Torres Martínez fue declarado muerto. Así consta en un certificado de defunción expedido por las autoridades colombianas y refrendado ante notario público.
Cuando se pensaba que el delincuente había escapado para siempre de la justicia, lo vendió el amor: fue detenido en el momento en que festejaba en La Múcura, isla paradisiaca del Caribe colombiano, su matrimonio con una cotizada modelo con la que llevaba varios años de romance. La fastuosa fiesta, animada por once orquestas y dos conjuntos vallenatos, duraba ya una semana y, según la policía, costó un millón de dólares. Asistieron 150 invitados, pertenecientes lo mismo al mundo del espectáculo y la televisión que al de los negocios. Al final hubo otros invitados sorpresa: ocho buques de guerra que rodearon la isla y un avión-radar que vigiló toda la operación de captura.
Mientras sus más íntimos dicen no conocer a la hoy esposa del narco y a su familia (eran muy apreciados), el paraíso tropical donde se casó Fritanga está en la mira de las autoridades, pues en él fincaron sus exclusivas mansiones y construyeron dos hoteles de 10 estrellas reconocidos delincuentes. Uno de ellos, el sanguinario paramilitar Mancuso, hoy preso en Estados Unidos.
A Fritanga la suerte le volvió la espalda. Ayer la justicia colombiana avaló su extradición a Estados Unidos. Pero él desea que lo recuerden, no por narco, sino por su apasionada historia de amor. Ya dan los toques finales a una teleserie para recrearla.
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