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odo este mes, pero especialmente hoy viernes, París recuerda a una de sus personalidades más emblemáticas al cumplirse 50 años de su fallecimiento. Nacida el 19 de diciembre de 1915 en el populoso barrio de Belleville, Édith Piaf es sin duda la cantante más famosa de Francia en el mundo. Hija de un acróbata de circo y una madre cantante, muy pequeña quedó en manos de su abuela materna. Pero como ésta vivía borracha, su padre encargó a la pequeña a su abuela paterna, que tenía un burdel en un pueblo de Normandía.
A los 15 años Édith ya se ganaba la vida entonando en las calles melodías populares por unas monedas. De allí la rescató Louis Lepleé, el empresario que la descubrió en la Place Pigalle y la puso a hacerlo en su cabaret con el nombre artístico de Édith Piaf. Era el París de los años 30 que consagraron en sus películas Jean Renoir y Marcel Carné. Epoca tumultuosa para la Piaf en aventuras, amores y bebida. Es también a finales de esa década cuando inicia su ascenso triunfal.
Lo corona en 1955 al romper el récord de permanencia en cartelera en un antiguo cine convertido en sala de espectáculos, el Olympia. Volverá ya enferma a cumplir allí otra larga temporada en enero de 1961. Duró cuatro meses y salvó de la quiebra al hoy legendario teatro. Acompañaron sus actuaciones las más prominentes figuras del show-business: Marlene Dietrich, Paul Newman, Jean Paul Belmondo, Louis Armstrong, Duke Ellington y Maurice Chevalier. Sin faltar dos que fueron sus amantes y ayudó en su ascenso a la fama: Ives Montand y Charles Aznavour.
Aunque en el campo del amor no tuvo límites, dos fueron los romances más sonados de la Mome, la pequeña, así llamada cariñosamente por su baja estatura y peso: con el campeón mundial de boxeo Marcel Cerdan, relación apasionada que se truncó al morir éste en un accidente de aviación. Y al casarse con quien fue su último amor y la acompañó hasta su muerte: el joven cantante griego Théo Sarapo, 20 años más joven que ella. Criticado acremente por muchos que lo calificaron de oportunista, Théo resultó un compañero extraordinario para la Piaf cuando estaba muy enferma y más necesitaba de afecto y atención. Como herencia sólo recibió deudas. Y las pagó todas. Moriría después en un accidente de coche.
La mexicana Lucha Reyes y Édith Piaf tienen una vida paralela al labrar su carrera desde muy abajo, en la adversidad. Y porque mientras Lucha perdió la voz en cierto momento de su vida, la Piaf la vista. Siempre dijo que logró recuperarla gracias a un milagro de Santa Teresita de Lisieus.
Su amigo Jean Cocteau la definió con exactitud al escribir que París dejaría de ser París si el tren nocturno de su vestido no estuviera adornado con una guirnalda de cantante
. Por nuestra parte, queremos decir que, Como Gardel, la Piaf cada día canta mejor.
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