E
n lo que respecta a un artista, qué puede importar más que su obra. Historias, mitos, trivia y mercadotecnia, en todo caso resultan relevantes cuando se trata de un artista cuya obra vale la pena y le da sentido a todo lo demás. La extraña carrera del trovador urbano Sixto Rodríguez, interesante en sí, y su redescubrimiento actual, adquieren densidad por su cancionero, que dio para producir en los albores de los años 70 un par de acetatos de larga duración o elepé, como se decía en la época; hoy vinilo, entonces se llamaba disco nada más. Con eso dejó un ciclo de piezas peculiar e inspirado en clave de rock que vale la pena visitar ahora que es accesible (Light In The Attic Records, Seattle, 2008 y 2009). Es como abrir una caja que estuvo cerrada casi 40 años; lo que sale de ella es un pequeño tesoro en injustificado olvido. Poemas de la mañana siguiente, la melodía redonda, la imprecación, el retrato en una pincelada, el comentario de actualidad. Y como puede decirse de Bob Dylan, es evidente que con Rodríguez los músicos en el estudio se inspiraban, y no pudo ser mejor el resultado de esa la crónica de unos años de juventud. Me pierdo por los polvorientos caminos de Georgia./El viento me estalla en el rostro,/puedo oler el rastro de un trueno
.
Cold Facts (1970) encierra ya todo el potencial de su trovar. Crucifica tu mente
, por ejemplo. Otro Jesucristo bizarro, distinto del Jumpin' Jack Flash de los Stones: "¿Fue un cazador o un jugador/el que te hizo pagar el precio/que ahora te relaja y te acomoda/y te prostituye las pérdidas?/¿Te torturó tu propia sed/en esos placeres que buscabas/lo que te volvió Tomás el curioso/y te hace Santiago el débil?
"Y aseguras que traes algo entre las manos/algo que llamas único./Pero he visto la lástima que te tienes/cuando te rodaban lágrimas por las mejillas.
"Sabes que pronto te voy a dejar/Para nunca mirar atrás/ Porque el propósito para el nací/es lo que te crucifica la mente./Así que ve y convence al espejo/como ya lo has hecho antes/dándoles sustancia a las sombras,/dándoles substancia para siempre.
Y te crees que tienes algo que ofrecer./Secretos nuevos y relucientes./Pero cuánto en ti sólo repite/lo que no te atreviste a murmurarle a él también
.
Las provocaciones de Rodriguez pueden ser perversas, como en Gomorra (canción de cuna), una canción de odio puro
cantada por un coro infantil y angelical para ayudarles a soñar a tus hijos
con bruscas dosis de realidad. Sin mencionarlo, sus canciones hablan siempre desde un país en guerra, en Vietnam y consigo mismo.
El lado B de su segundo y último álbum, Coming from Reality (1971) constituye una sorpresa musical, una suerte de suite al modo del lado B del entonces muy reciente Abbey Road de los Beatles. Ensarta frases para un himno, serenatas urbanas para perdedores y perdidos, el gancho a personajes más pequeños que ellos mismos
. Canta a esa mujer más allá de lo imaginable, a lo inesperado de que ella pudiera fijarse en un tipo como él. Con cuerdas a la inglesa, buena guitarra, ritmos sugerentes y toda la cosa, la suite de Rodríguez desemboca en la dramática Cause
(Porque
). Ahí termina el lado final de sus canciones. Ya con ésta se despide, literalmente:
"Porque perdí el trabajo dos semanas antes de Navidad/y hablé con Cristo en el caño/el Papa dijo que no era su maldito negocio/mientras la lluvia bebía champaña./Vino mi arcángel de Estonia y me dejó molido./Porque el beso más dulce que tuve es el que jamás me dieron.
"Ah, pero le tendrán que entregar su cuota a Molly McDonald,/damas del neón, la belleza es eso que sabe obedecer,/lo alquilas o lo compras./Porque mi corazón se ha vuelto un hotel de quinta poblado de rumores/pero soy yo el que les paga el cuarto a esos desafinados con caras de dedo/aquí donde cada tarde hago 16 firmes amistades/ de media hora.
"Porque tu reina de corazones es mitad piedra, le gusta reírse sola/y amenaza siempre con dejarte./Ah, pero ellos le pagan sus fichas a Willy Thompson/y le reponen el hijo con una medalla a la señora Annie Johnson.
"Porque me dijeron que todos debemos pagar nuestras deudas/y les expliqué que ya pagué de más./Fui sin crédito a la tienda de la empresa/y el empleado salió con que los acababan de invadir/así que mejor zarpé sobre una lágrima/y me escurrí por debajo de la puerta.
Porque tu perfume me retumba aún en la cabeza./Porque veo a mi gente tratando de hundir el sol/en los amargos domingos del whisky./Porque ¿cuántas veces puedes despertar en estas caricaturas y sembrarles flores?
Si Rodríguez viajaba a California no se unía a los hippies, sino a los Brown Berets, que entonces eran bravos. Si iba a Londres no se perdía en el reventón de la hora, sino que ensayaba en estudio hasta que empezaban a barrer. Si volvía a Detroit, trabajaba, estudiaba, organizaba com- pañeros. Mi escuela fueron las calles
canta. Y entre muchas cosas, aprendió que nunca saldría de ahí.
Anda sedang membaca artikel tentang
Hermann Bellinghausen: Un cancionero del siglo XX
Dengan url
http://culturaarticle.blogspot.com/2013/11/hermann-bellinghausen-un-cancionero-del.html
Anda boleh menyebar luaskannya atau mengcopy paste-nya
Hermann Bellinghausen: Un cancionero del siglo XX
namun jangan lupa untuk meletakkan link
Hermann Bellinghausen: Un cancionero del siglo XX
sebagai sumbernya
0 komentar:
Posting Komentar