Dos de las obras de Pablo Picasso (1881-1973), incluidas en la exposición que hoy abre sus puertas al público en el Museo del Palacio de Bellas Artes, la cual se inscribe en la conmemoración por los 80 años del máximo recinto cultural del paísFoto Guillermo Sologuren
Aspecto de la exposición Picasso revelado por Duncan, con la curaduría de Stephanie Ansari y Tatiana Franck de Maud'huy, que incluye obras procedentes de varios museos de España y FranciaFoto Guillermo Sologuren
Mónica Mateos-Vega
Periódico La Jornada
Viernes 11 de abril de 2014, p. 3
Visiones de la casa más feliz del mundo
, captadas por un felino sigiloso que espió durante seis años a uno de los más grandes artistas del siglo XX.
Así puede definirse la exposición Picasso revelado por Duncan, que este viernes abre sus puertas en el Museo del Palacio de Bellas Artes para obsequiar al público la oportunidad de conocer como nunca el proceso creativo de Pablo Picasso (Málaga, España, 1881-Mougins, Francia, 1973).
David Douglas Duncan (Kansas, 1916) es un fotoperiodista estadunidense que captó más de 25 mil fotografías del pintor malagueño durante casi dos décadas de amistad.
Dedicado a la fotografía de guerra, Duncan debe a su colega Robert Capa haber conocido a Picasso, precisamente en su casa francesa conocida como La Californie, de la cual se presenta en la muestra un amplio e íntimo testimonio.
El día de su primer encuentro, el artista se encontraba en la bañera y pidió a su recién llegado invitado le hiciera unas fotos ahí, en la ducha, ¿qué no eres fotógrafo?
, le dijo. Esa foto es la que recibe al visitante a la muestra que propone un recorrido entre las obras de Picasso y las fotos donde se observa cómo fueron realizadas.
Así fue como Duncan se convirtió en uno de los grandes amigos de Picasso, paseando muchas veces por el estudio del artista como un gato, sin hablar, sin hacer ruido, pero captando el prodigio de la creación
, señaló Stephanie Ansari, curadora de la muestra.
Douglas Duncan recopiló en ocho libros el fotorreportaje de largo aliento que realizó de uno de los grandes artífices del cubismo. Convivió con Picasso no sólo en su taller, metió la cámara hasta la cocina y más allá, en los espacios de juego de sus hijos, en las tertulias con amigos, sobre todo en las arduas y frenéticas horas de pintura.
Comenzó a pintar justo antes del mediodía del 1º de julio, y paró antes del amanecer del 3 de julio de 1957
, se lee junto a la serie de imágenes donde se observa, paso a paso, la creación del cuadro La cabeza, el cual se puede apreciar junto a las fotos.
En octubre del año pasado el fotógrafo donó una colección de 163 fotografías de Picasso al museo dedicado al autor del Guernica, en Barcelona, mismas que se exhibieron ahí hasta enero de este año como una exposición temporal.
Ahora llegan al Museo del Palacio de Bellas Artes acompañadas por casi 80 obras del artista. Toda una delicia para quienes se dejan seducir por el misterio del genio que animó el pincel de Picasso. Es como entrar a La Californie y convivir primero con un hombre de aspecto rudo pero juguetón, quien a veces se ponía una máscara de payaso y luego se le ve chupando los huesos de un pescado con el que después hará un molde para un plato de barro.
Tatiana Franck de Maud'huy, otra de las curadoras, añade que el fotógrafo fue para el pintor un verdadero don del cielo, capaz de mantener para siempre su memoria, la memoria de un artista que ansiaba la posteridad
.
En palabras de Duncan, la elección de Picasso para permitirle ser testigo de su vida íntima sólo tiene una explicación: Porque yo no era un artista ni un historiador de arte, era simplemente un tipo que le caía bien, un tipo con una cámara de fotos. Simplemente éramos dos hombres, nada más
.
Documental de una larga amistad
La obra pictórica que se presenta en el Museo del Palacio de Bellas Artes proviene de los mu-seos Picasso de Barcelona, Málaga y París; museos Moderno de Estocolmo, de Nueva Orleáns e instituciones como la Fundación Picasso en París y el Centro George Pompidou.
Para la ocasión, el Museo Picasso Málaga prestó cuatro dibujos de su colección permanente, que ilustran los característicos ventanales de La Californie.
El documental que el Museo Picasso Málaga produjo con el testimonio del fotoperiodista sobre aquellos años de amistad también se proyectará en el Palacio de Bellas Artes (hasta el 20 de julio).
Douglas Duncan, de 98 años, vive en la actualidad en Castellaras, Francia, muy cerca de Mougins donde Picasso pasó los últimos 12 años de su vida.
Esta exposición forma parte de los festejos por los 80 años del Palacio de Bellas Artes, pero no es la única en el contexto de la celebración. También abre sus puertas Robert Doisneau: la belleza de lo cotidiano, una selección de 79 fotografías de uno de los artistas de la lente considerado un ícono en Francia.
En las salas Justino Fernández y Paul Westheim se presenta (hasta el 29 de junio) una selección realizada por las hijas del fotógrafo, Francine Deroudille y Annette Doisneau, quienes tienen a su resguardo el acervo de más de 450 mil negativos de su padre.
Ahí están las calles y suburbios de París, antes y después de la Segunda Guerra Mundial, muchos niños en la escuela, en los parques, con sus mascotas, hasta seres tan peculiares como un carnicero melómano, una mujer con el universo cubriendo su espalda (con una capa de tal textura, así de espectacular), la amable vendedora de telas, o una novia inmensamente feliz trepada en un sube y baja.
Ninguna tan cálida como la emblemática imagen titulada en francés Le baiser de l'Hôtel de Ville (El beso del Hotel de Ville o simplemente El beso), la cual, opinan los críticos de arte, forma parte del patrimonio sentimental de la humanidad.
Robert Doisneau (1912-1994) hizo esa foto por encargo de la revista Life en la primavera de 1950. Fue su gloria y una condena. Era ya un fotógrafo reconocido y le habían pedido que captara el espíritu del París de la posguerra, el de una ciudad que poco a poco recuperaba la alegría y el romanticismo.
El artista cumplió como todo un profesional y llevó a la redacción esa ya mítica escena de un par de veinteañeros guapísimos que se besan con pasión ante una multitud que no detiene su paso alrededor. La foto pronto se convirtió en una de las más reproducidas y vendidas del siglo XX.
Pero en 1988, cuando Dois-neau tenía 76 años y estaba casi retirado después de una carrera de seis décadas, aparecieron centenares de presuntos protagonistas del beso parisino, quienes reclamaban en pago de derechos por la imagen. Fue entonces que se conocieron los detalles de cómo había conseguido Doisneau la imagen.
Resulta que el fotógrafo había pedido a una pareja de actores, a quienes había abordado en la calle, que posaran ante su lente. Se trataba de Françoise Delbart, entonces de 20 años, y Jacques Carteaud, de 23. Aunque Doisneau no les pagó, la actriz también presentó una demanda, la cual no prosperó.
La polémica en torno a la foto afectó la salud y el ánimo de Doisneau, quien murió en 1994 más por problemas del corazón y una pancreatitis. No obstante, su hija Annette, afirmó que fue la tristeza causada por el desprestigio lo que mató a su padre, pues muchos críticos, colegas y discípulos del maestro lo tacharon de mentiroso y manipulador.
No obstante, hoy lo que sobrevive es el esplendor de una obra que, como bien decía el autor, muestra la vida no como es, sino como debiera ser
, y eso es lo que el público agradece.
Ambas exposiciones fueron inauguradas ayer en el marco de la visita de François Hollande, presidente de Francia, a México y como muestra de una renovada relación cultural entre ambos países.
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