Carlos Paul
Periódico La Jornada
Martes 15 de julio de 2014, p. 7
La pasión experimentada por el hombre y la mujer al enamorarse, sin importar la edad, y las inevitables huellas que la senectud va dejando en la persona son temas que se entretejen en A la intemperie, la novela más reciente de Aline Pettersson (DF, 1938).
Publicada por el sello Alfaguara, la obra gira en torno a la vida del veterano escritor y protagonista de la historia, Pedro de la Serna, quien con reticencias, pero sin importar la diferencia tan grande de años, se entusiasma al entablar una relación amorosa con Nora, una mujer de 49 años, que trabaja en un programa cultural de televisión.
Se trata de una novela que se articula mediante tres voces: una irónica autora que escribe sobre el pasado y el presente de un novelista (Pedro de la Serna), quien a su vez escribe una novela sobre la sensibilidad del arquitecto Javier Acuña.
Es un trabajo literario en el que Aline Pettersson, como lo ha hecho en otras ocasiones, explora las emociones, deseos y frustraciones desde un punto de vista masculino.
Este es el caso de un hombre maduro que siempre creyó que su vida estaba muy hecha y era plenamente satisfactoria, colmada de seguridad económica y prestigio profesional. Pero se verá enfrentado, de manera imperceptible y paulatina, a la merma de sus aptitudes físicas y mentales, al tiempo que vive la pasión, la incertidumbre y cierto vigor que le proporciona el dejarse ir por los caminos del entusiasmo amoroso
.
Es la cuarta ocasión, dentro de su obra literaria, en la que los personajes centrales son masculinos, comenta la autora. Los hombres y mujeres, generalmente, se entienden y gozan de muchas cosas en común, pero en el fondo el hombre no sabe qué le ocurre a la mujer y viceversa. Eso es lo que me parece muy interesante de explorar
, explica Pettersson.
Los hombres y mujeres, generalmente, se entienden y gozan de muchas cosas en común, pero en el fondo él no sabe qué le ocurre a ella y viceversa. Eso es lo que me parece muy interesante de explorar, señala Aline Pettersson (en imagen de junio de 2000)Foto Archivo La Jornada
Lejos del amor otoñal
Alejado del calificativo amor otoñal
, que la sociedad usa con cierto desdén, en dicha historia literaria cobra singular relevancia, como si fuera la primera vez, el enamoramiento y el entusiasmo amoroso, al igual que las inevitables huellas que deja el devenir del tiempo en la vida del personaje.
Al respecto, considera Petersson: Pienso que el ser humano, mientras sea dueño de su pensamiento, por dentro no envejece nunca
. El problema, añade, es cuando esa persona empieza a perder facultades, cuando empieza a tener fallos, sobre todo, mentales. Pero en tanto, sin importar la edad, si se es dueño de su pensamiento, no se envejece. Enamorarse le da siempre a la persona la frescura de la primera vez
.
Sin embargo, hoy es lamentable el trato que se da a los ancianos, deplora la escritora, quien por el conjunto de su obra, recibió en 1998 el Premio Latinoamericano y del Caribe Gabriela Mistral, en Bogotá, Colombia.
Respecto del título de su novela A la intemperie, señala: Tiene que ver con que cuando la persona es joven se recubre o está protegida por muchas cosas. Cuando se va haciendo vieja, cuando ya no tiene la misma velocidad para caminar ni la tersura en la piel, cuando le duelen los huesos, los músculos, y se le tuercen los dedos de las manos, esa persona queda desnuda, a la intemperie
.
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