T
enía él 16 años, yo 17. De la Vocacional salíamos a las 10 pm y los maestros solían faltar. Eugenio Arias Buenrostro me dijo si íbamos a ver una película cuyo nombre, 8 1/2, le intrigaba, a la Casa de la Cultura Jalisciense, donde tiempo después –eran respetuosísimos los organizadores del cineclub– me tocó (aparte de ellos tres: una pareja y el ingeniero Pardiñas, quien se encargaba de la proyección) ser el único espectador de Lilith, de Rossen. Vivimos la experiencia como una iniciación.
Nos inscribimos en Letras, donde llegó a presentar un muy buen cuento (lo hice por envidia
, confesaría; cómo va a ser que Rogelio escriba mejor que yo
); pero finalmente su pasión era otra. Bien dice el pintor Ismael Vargas: le debemos haber extendido, en tiempos de miseria, el gusto por el buen cine en Guadalajara.
Llegó a encargarse de algunas funciones en la misma Casa de la Cultura, mas se volvió institución cuando, después de Lola Vidrio, se ocupó de exhibir semanalmente cine de arte en el Teatro Guadalajara. Hizo fortuna y abrió El Cinematógrafo, donde, pese a su inicial propósito, colaba de vez en vez cintas comerciales, a su ver de buen gusto, y adquiriría otras tres salas, que con el tiempo decaerían, algunas demasiado, en su programación.
Pero antes intentó, con René Ojeda, quien se ahogó en Cajititlán durante la filmación, con Raúl Díaz de León, en el papel principal; con Rafael Sandoval, quien dirigiría, y, creo, Ramón Gil Olivo, acaso el guionista, participar en la producción de Un hombre muy viejo con unas alas enormes, de Gabriel García Márquez, cuyo rodaje hubo, por el accidente, de ser suspendido. (El colombiano cedió los derechos bajo la advertencia de que sería su crítico más feroz).
Basado en un relato de Peter Weiss rodó en Mazamitla otra cinta, en mi recuerdo vagamente gótica, que no sé si concluyó.
A sabiendas de su entusiasmo por Privilege, de Peter Watkins, conseguí hará tres años un cartel original del filme y lo eché por las rejas del Cinematógrafo II a horas no laborales. Dar con la sala costó trabajo y al preguntar en una tienda cercana la dependienta me vio con diré eufemísticamente reserva, pero me respondió (el cine ya era porno).
Hace una semana que Eugenio, que nació gemelo pero pronto perdería a su hermano Sergio, falleció también. Eugenio y Sergio, sus hijos, y su segunda esposa, Ligia, le sobreviven. Adiós, Eugenio, y buen camino.
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Ricardo Yáñez: IsocronÃas
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