Ángel Vargas
Periódico La Jornada
Sábado 28 de junio de 2014, p. 7
Se aproxima de forma lenta a la oreja de su interlocutor, con esa complicidad de quien hará una confidencia, y suelta en voz baja: Te voy a dar un libro, el más reciente que tengo. Es un libro muy fuerte, te va a sorprender esta figura con lo que está escrito ahí. Esta figura que parece la de un profesor de una universidad de Estados Unidos, con esta gorrita y estas gafas. Te va a sorprender el diablo que está aquí adentro
.
Tal es la manera con la que finaliza la entrevista con el narrador, poeta y antropólogo cubano Miguel Barnet (La Habana, 1940), quien hacía referencia a su libro En el muro del malecón, integrado por tres relatos, entre ellos Fátima o el parque de la fraternidad, que refiere la vida de un travesti en La Habana, ganador del premio Juan Rulfo de cuento, en 2006, así como sendos textos sobre una jinetera y un jinetero, y una selección de poemas eróticos.
La charla tiene lugar en un hotel de Polanco. Es una larga plática, de más de una hora, en la que el también presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac, de la que es uno de los fundadores y en la que fungió como vicepresidente durante 22 años) y de la Fundación Fernando Ortiz, aborda temas varios, entre ellos las motivaciones de un escritor y sus vínculos académicos y de amistad con México, aunque el punto más crítico ocurre cuando habla sobre cómo los artistas cubanos enfrentan los actuales cambios políticos en el país isleño.
Gran debate en la isla
Miguel Barnet, cuya biografía lo ubica como integrante del Comité Central del Partido Comunista y del Consejo de Estado de Cuba, así como diputado a la Asamblea Nacional, es de trato amable y simpático, y jamás deja de mover las manos para reafirmar con ello sus ideas, a la manera que un director lo hace frente a una orquesta.
Su estancia en México es breve, de cinco días. Vino invitado para participar en una mesa redonda en homenaje a Gabriel García Márquez (1927-2014), de quien fue gran amigo, la cual se realizó el pasado miércoles en Casa Lamm.
–¿Qué pasa con el arte y los artistas de Cuba, en este contexto de cambios políticos internos?
–Hay un gran debate. Yo creo que hay un gran impulso lúdico hacia la creatividad sin fronteras, sin esquemas. Y hay, como en todas las historias de la cultura, promociones parricidas y otras que son más ecuánimes, más insertadas en la tradición de la gran cultura cubana.
"Son los dos grandes bandos en boga, pero todos van a llegar a la misma meta, que es crear un arte cubano con vocación universal y luchar contra todo el localismo, el folclorismo, el dogmatismo. Es muy bello que haya esta diversidad de pensamientos más que nunca en Cuba.
Eso es sabio, porque las aguas cogen sus niveles al final, y todos vamos hacia la misma meta, sea en Cuba, México, Argentina o Chile, pero si no tiene vocación universal, si no trasciende las fronteras, es algo que se queda en paños menores
.
–¿Es más permisible, entonces, la crítica?
–En Cuba se abolió el permiso de salida. El que quiera salir de Cuba puede hacerlo, siempre y cuando el país al que quiera ir le otorgue la visa.
"Hay críticas a la Unión (de Escritores y Artistas de Cuba), que es el sitio donde más se debate la cultura, el tema de la educación, de la banalidad en los medios, los paquetes estos que vienen globalizados, que no son en su mayoría educativos. ¿A dónde conduce eso? A la vacuidad, al nihilismo, y este es el caos.
Soy un patriota, no un nacionalista y creo que no se debe olvidar que la Revolución Cubana inauguró una política cultural como no hay en otro país de América Latina, y eso hay que respetarlo, expresa Miguel Barnet en entrevista con La JornadaFoto Roberto García Ortiz
"Pienso que las aguas cogerán su nivel. Es necesario que las promociones tengan sus propios ropajes y que después decidan si van a seguir un linaje u otro. Por lo general los creadores que salen de su país pierden las raíces, en su gran mayoría.
Nosotros vivimos en un país que no es tranquilo. Es un país de perpetuo movimiento y estamos acosados. ¿Qué es eso? Un absurdo. Entonces, tenemos una sensibilidad política a flor de piel. Se nos acusa de terrorismo, cuando hemos sido víctimas del terrorismo más feroz de este continente. Pero, por fortuna, esto es sólo de los estadunidenses.
Necesidad de romper esquemas
–¿Qué ocurre con el caso específico de los escritores en este contexto?
–Están buscando su voz. Cierto, es una búsqueda permanente, pero en los momentos de cambio, de crisis, esas voces necesitan romper con esquemas y la tradición; es lógico y sano.
"Soy un patriota, no un nacionalista, y creo que no hay que olvidar nunca que la Revolución Cubana inauguró una política cultural como no hay en otro país de América Latina, y eso hay que respetarlo. Incluso en el peor movimiento del periodo especial, cuando vivimos con el estómago pegado al espinazo, con hambre, no se cerró un teatro, una escuela; las compañías de ballet y de danza siguieron dando funciones y la literatura se siguió publicando.
"Somos un país de 11.5 millones de habitantes, con más de un millón y medio de estudiantes graduados en distintas disciplinas. Por eso te digo que las cosas cogerán su nivel.
"Hay jóvenes airados que quizás piensan que en el capitalismo pueden vivir mejor, pero eso choca con la realidad, lo he experimentado. Hay que dejar que la gente diga, hay mucha apertura. Mientras alguien no haga un sabotaje a un hospital o fábrica, esa persona vive en Cuba con otra disposición, no es una persona a quien el socialismo le simpatiza, pero quiere vivir en su país, porque es cubano y tiene una tradición, bueno, hay que respetarlo.
"Aquella etapa en Cuba en la que se impuso la política en los años 70 del llamado quinquenio gris, que fue en realidad un decenio, en el que hubo una actitud bastante agresiva hacia los homosexuales, eso ya pasó, porque no se sostenía, era bastante acientífico, y no sólo eso, absurdo, además de injusto.
"Hay una vorágine de cambio pero hay que ir a Cuba para percatarse de ello. La de la Revolución Cubana ha sido una política cultural con sus altibajos que ha tenido a la cultura como estandarte de la nación y de los valores más altos del arte.
¿Quién creó las escuelas nacionales de arte; quién, el movimiento de aficionados masivos; quién, el Instituto Superior de Arte; en qué país de América Latina hay una Universidad del Arte, una escuela de cine como la de Cuba; dónde hay fundación del cine latinoamericano? Todo eso lo gestó Fidel Castro. Hay gente que tiene mala memoria, pero yo no, porque la memoria es la salvaguarda de lo verosímil; fíjate que no digo de la verdad, porque son cosas diferentes.
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