L
a cuenca de México fue por milenios fuente de vida. Podría seguir siéndolo si se ampliaran iniciativas como el Plan Texcoco impulsado por el doctor Nabor Carrillo en 1965, con el propósito fundamental de almacenar agua de lluvia y de los ríos de la cuenca, para detener la sobrexplotación del acuífero y evitar el hundimiento acelerado de la ciudad, cuyas consecuencias ya padecemos.
El proyecto, aunque inacabado, ha demostrado tener otras ventajas: impedir el crecimiento descontrolado de esa inmensa zona de la ciudad, evitar las tolvaneras y ayudar a regular mejor la temperatura y la humedad de la atmósfera. No menos relevante es la recuperación de la flora y la fauna del lugar.
Por ejemplo, de la espirulina –tecuitlatl–, escribe Bernardo Ortiz de Montellano en su libro Medicina, salud y nutrición aztecas (Siglo XXI Editores, 1993), hubo tan abundante producción, que se puede afirmar que bastaba tan sólo con 0.25 del total de la superficie del lago de Texcoco para proveer de proteína anualmente a un millón 200 mil personas que vivían en la cuenca de México, incluyendo a los 300 mil habitantes de Tenochtitlán.
Estudios actuales plantean lo que nuestros antepasados sabían. La espirulina es un alimento notable
, escribe Ortiz de Montellano. Tiene 70 por ciento de proteína y los aminoácidos esenciales en proporción equilibrada. Es rica en minerales y vitaminas como fósforo, riboflavina, tiamina y niacina y contiene antioxidantes.
Como la espirulina se puede cultivar en aguas salobres, la aparente desventaja del lago de Texcoco se vuelve virtud, pues podría aprovecharse para proveer de proteína a miles de personas, como ocurría en el pasado. En 1978 Sosa Texcoco fue la más importante productora de espirulina del mundo; hoy, otros países ocupan su lugar.
Escribe Salomón Shamosh Halade en su tesis de posgrado Historia, nutrición, salud y ecología para generar estrategias de comunicación sobre la espirulina (A. máxima), (UNAM, 2009 www.nutriterapia.cl/site/documentos/
tesis_def_apa_harvrd.pdf) que hay evidentes ventajas en la espirulina. Según Shamosh, tiene más proteína que la soya, más calcio que la leche, pero sin colesterol, y 34 veces más hierro que las espinacas.
Un estudio hecho en Montevideo muestra que en una hectárea se produce 1.18 toneladas de carne, y en contraste, 50 toneladas de espirulina al año. Para producir la misma cantidad de proteína de carne se requieren 300 mil litros de agua dulce, pero sólo 2.5 litros de agua salobre para la espirulina. Muchos la consideran el alimento del futuro; este gobierno prefiere hacer un aeropuerto que alimentar a los mexicanos.
marcri44@yahoo.com.mx
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