Después de 41 años y 43 días, dos hombres, amigos desde la infancia se vuelven a ver, plantea El último encuentroFoto Víctor Camacho
Fabiola Palapa Quijas
Periódico La Jornada
Sábado 21 de marzo de 2015, p. 5
El poder de las palabras, las consecuencias de hablar o no hablar, la pasión por la vida, el valor de la amistad, elegir entre luchar o escapar de la verdad, el amor y la venganza, son los temas que envuelve la obra El último encuentro, versión del director escénico Raúl Quintanilla, sobre la adaptación teatral de Christopher Hampton de la novela del autor húngaro, Sándor Márai (1900-1989).
La obra, con las actuaciones de Sergio Kleiner, Julián Pastor y Martha Matiella, inició temporada este miércoles en el Teatro Juan Ruiz de Alarcón del Centro Cultural Universitario (CCU).
Quintanilla lleva al teatro la célebre obra de Márai, en la que después de 41 años y 43 días, dos hombres, amigos de la infancia, se vuelven a ver. Henrik, un general rico, que vive en un castillo, y Konrad, de origen humilde, a quien le gusta la música y ha vivido en el trópico, tras abandonar el imperio austrohúngaro, sin previo aviso.
En este rencuentro de los amigos de la infancia y la juventud, y que ahora tienen más de 70 años, la palabra misma es la protagonista, y como lo dice Henrik en una de las escenas: las palabras sí son el único tema
.
Desde que inicia la obra, el texto de Márai sacude la conciencia del público con la frase del personaje de Nini: uno siempre pierde a las personas que queremos, pero si no soportamos ese fracaso, es que fracasamos como ser humano
.
Para Quintanilla, director de la pieza, tres palabras retumban en el escenario: recuerdo, venganza y amistad, ya que en esta reunión de los amigos, cada uno de ellos trata de descubrir algo más, sobre la verdadera realidad de su existencia.
Los secretos íntimos, las mentiras, la dura realidad, la soledad, todo esta presente en El último encuentro. Los protagonistas, Henrik y Konrad, saben que sólo se muere lo que se olvida, por eso con lujo de detalle evocan aquellos años de su juventud en los que no sólo compartieron una tarde de cacería o cenas, sino también la compañía de Kristina, quien falleció hace años.
En ese recorrido por los recuerdos, Henrik, esposo de Kristina, busca una verdad que intuye, pero calla, pues quiere que sea su amigo Konrad quien confiese. Con un juego de palabras en torno a la genuina amistad, la lealtad y sobre la traición, el general describe situaciones que le hacen suponer que hubo algo entre su esposa y su amigo.
Ante esa supuesta doble traición, el personaje principal lleva al público a una tensión por saber también la verdad, ya que tiene preparadas varias preguntas para Konrad. A pesar del deseo de venganza, Henrik se aferra a la verdad, a esa verdad que puede ser destructiva, pero también piensa para qué sirve la verdad, cuando no les queda mucho tiempo por vivir.
Agobiado por su soledad y por creer que ya sabía todo, Henrik termina por preguntarse si todo ha sido producto de su imaginación, si ha vivido en vano o si realmente ha vivido con pasión.
El montaje basado en la novela de Sándor Márai revela la condición humana, las oportunidades que ofrece la vida y el arma poderosa que puede ser la palabra.
El último encuentro, con diseño de escenografía e iluminación a cargo de Philippe Amand y diseño bio expresivo de Marco Antonio Silva, se presentará hasta el 31 de mayo, en funciones de miércoles, jueves y viernes a las 20 horas, sábados a las 19 horas y domingos a las 18 horas, en el Teatro Juan Ruiz de Alarcón del CCU (Insurgentes Sur 3000).
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